viernes, 23 de julio de 2021

POETICA DE LA ECOLOGIA (Martha Patricia Montero Corredor)


 

Lenguaje/

elemento

TIERRA

AGUA

AIRE

FUEGO

AMOR

GUION

 

 

 

 

 

Ancestral

 

 

 

 

 

Poético

“Lugares extraños, indescriptibles, tan lejos y tan cerca.  Puestos allí por una mano invisible, algunos agobiados por la mano del humano, otros reparados por la misma sabia que brota  de sí.”  Fueron los lugares que recorrimos durante este curso y permitieron reafírmanos el papel que tenemos los docentes en nuestras comunidades.

“Cuerpo inefable, en el cual reposan sobre sus hombros, entramados de barrios que subsisten desde sus diferentes posibilidades; forman localidades enteras.  Son los cerros orientales de Bogotá…,  contra los cuales se atenta día a día: se  talan,  se queman, se edifican, se urbanizan, se  perforan,  se dinamitan, se explotan; para conseguir  suplir los deseos y ambiciones humanas”.

 

Este cuerpo madre fecundado, es compuesto por un suelo y un subsuelo que ofrece infinidad de recursos.  Hay diferentes percepciones para asumirlo, unos lo han usado como opción de vida y otros como opción de capital para hacerse a una vida, cubierto por una tela asfáltica,  se ha sido indiferente a los desaciertos resultantes en su relación con él.

“Es el barro en los zapatos quien nos muestra los caminos de donde la encontramos, líquido preciado que permite el fluir de la evolución humana.  Inunda nuestro  cuerpo.”

 

En nuestra ciudad a través de los humedales, restaura el medio ambiente convirtiéndose en el filtro que purifica y alimenta el cuerpo madre; calle arriba calle abajo,  nos recorre de extremo a extremo sin ser percibido, ofreciendo a su paso la oportunidad de retirar de tu lado, lo que no quieres, lo que no te sirve, lo que desechas. Hemos normalizado esta actividad.  Sin importar que se enferme, que cada vez más este disminuida y decadente, que quieran ocultarlo y cambiarle su vestido.  Siempre está allí. Dispuesto a servirnos y ofrecernos lo mejor de sí.

“Transporta el soplo de vida.  La aves lo vuelven su corredor, por donde danzan y transitan… libres, poderosas, dueñas por naturaleza propia. Desde donde pueden observarnos atentas, para darnos  su mensaje.  Estas crean su lenguaje que escuchamos pero no comprendemos.  Las hemos silenciado”. 

 

Natas de smog, dióxidos, hollines, humos, polvo están impidiendo que germine la vida. Cada vez más cegamos su función e impedimos que circule tranquilo, sereno, sosegado.  Sin darnos cuenta que su impacto se da sobre nuestras propias vidas.  Es contradictorio que el afán de desarrollo humano este en contravía del curso de los recursos que nos brinda la propia humanidad.

 

 

“Lugares  diversos cubiertos por su luz y  su calor.  Con diferentes nombres ha sido la manifestación de Poder y Superioridad de ser humano; intimidando el medio ambiente… de donde proviene y que sin percato alguno, abrigó en su momento el humano brindando nuevas posibilidades de encuentro con los recursos naturales”.

 

Sus llamas y calor se usan en la transformación y producción de objetos y materiales que convertimos cotidianamente en nuestro propio veneno, inyectado poco a poco en los diferente poros de nuestro cuerpo; cada vez más enfermedades, más epidemias, más síndromes.  ¿Hasta cuándo vamos a permitirnos escuchar el lenguaje de la Tierra?

Explorar la montaña significó el encuentro con la esencia, con la estética, con el alma, con la armonía  y espíritu.  Ese verde entro a los filamentos rojos que componen cada pequeña parte de nuestro cuerpo haciendo que el Territorio no solo sea el espacio que habito, sino cada parte de cuerpo invadida por sensaciones, emociones y percepciones que me invaden cada vez que tomo aliento para seguir viviendo.

 

Se extienden en la memoria, mil recuerdos de diferentes formas de llevar a mi hogar toda esta arquitectura del paisaje, colmando mi mente de tranquilidad, paciencia, calma, serenidad, sosiego, de manera que por el camino de los derechos del  medio ambiente pueda construir nuevos espacios en territorios resignificados.

 

Paz-ando al quehacer  pedagógico puedo en-rumbar las anteriores visiones para que la escuela  proyecte esta experiencia turbadora del espíritu para aportar y enriquecer los ecosistemas que milenariamente se han mantenido en una Ciudad como Bogotá, donde más del 75% de su espacio está clasificado como rural. 

 

 

Técnico

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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