© Versión de Paola Artmann
Había una vez un hombre que tenía un caballo
y un asno. Una tarde, cuando iban de camino a la ciudad, el asno, muy agotado
por llevar toda la carga le dijo al caballo:
—Por favor, amigo, tú no llevas nada, ayúdame
con una pequeña parte de esta carga.
El caballo, siendo muy egoísta, se hizo el
sordo.
En la mitad del camino, el asno se desplomó
víctima de la fatiga. El dueño le echó toda la carga al caballo, incluyendo al
asno enfermo. El caballo, suspirando dijo:
— ¡Qué mala suerte tengo! Por no haber
querido ayudar ahora tengo que cargar con todo, y hasta con el asno.
Moraleja: Aquel que no ayuda a su prójimo cuando lo necesita,
tarde que temprano termina perjudicándose a sí mismo.
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