Sobre
la margen derecha del río Magdalena,
entre las confluencias del río del Oro y la quebrada La Honda, territorio del Municipio de Gigante (Huila), en
épocas pretéritas habitaron los aborígenes Michúes .
Medían menos de un metro de
estatura, eran poderosos y poseían gran destreza guerrera.
Corría cierto día del año 1120,cuando el centinela de turno dio la voz de alarma porque se aproximaba un
hombre gigante, de larga barba y cabellos dorados que se confundían con los
rayos del esplendoroso sol que brillaba hacia el norte.
A medida que el gigante se
acercaba, se oscurecía la mañana con la sombra que proyectaba su cuerpo.
El terror cundió en la tribu, hasta que el valiente Cacique Michú ordenó a sus
soldados, hombres y mujeres, prepararse para la batalla.
El Gigante, paso a paso, se acercaba peligrosamente; con sus grandes
pies
aplanaba árboles ,animales y nativos, sin importarle las consecuencias .
Llegó el momento crucial: el Cacique Michú ordenó a los enanos , el
contundente ataque rodeando de inmediato los pies del gigante para destruirlos
e impedirle que pasara por sus predios.
Pronto comenzó la crucial y
terrible lucha.
El gigante sintió el daño que le
estaban haciendo los miles y miles de enanos en sus extremidades, enfurecido,
lanzó gritos aterradores que retumbaron como truenos; sus ojos observaban a
lado y lado hasta que descubrió el mal que le estaban causando.
De inmediato, abrió sus manos,
agarró Michúes por centenas y los estrelló sobre las dos cordilleras.
Sin embargo, entre más demostraba
su soberbia, mayor cantidad de enanos se acercaba, continuando con la misma
tenacidad la lucha.
Llegada la noche, sus piernas
comenzaron a flaquear a causa de los millones y millones de mordiscos, golpes y
heridas causadas por sus atacantes.
A la media noche... el Cacique
Michú gritó jubiloso: " El gigante
está herido";
Y en realidad los soldados
comprobaron que su cuerpo temblaba, su cara estaba triste y pronto se
desplomaría.
Pasaron unos minutos, el cuerpo
del gigante se retorció, se agitó, entre gritos desgarradores empezó a
desplomarse agonizante.
Sus pies quedaron sobre el río Guacacallo, la cabeza al norte,
las manos sobre las dos cordilleras y su mirada fija en el cielo.
Estalló la alegría de los Michú,
el triunfo era rotundo. La bravura del combate se tornó en alegre fiesta: los
tambores y los gritos mostraban la euforia; los abrazos y las libaciones se
confundían.
Los tambores y los gritos
mostraban la euforia; los abrazos y las libaciones se confundían.
La unión había dado el triunfo,
ante sus ojos estaba la prueba de su contundente victoria.
Allí quedó para siempre el famoso
gigante Matambo,
Así se dio origen al nombre del
Municipio de Gigante EN EL HUILA .
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