lunes, 16 de octubre de 2017

Unidad didáctica: de donde venimos

                                                

De dónde Venimos?
Identidades Personales y Sociales

                                                I Fase Socioafectiva .Aprender Sintiendo






 II. Componente Conceptual
Aprender Investigando
CIENCIAS NATURALES
CIENCIAS SOCIALES
Regiones Naturales de Colombia
Discurso del Cacique Guaicaipuro
Regiones Naturales de Colombia

1.    Amazonía
2.    Atlántica e Insular
3.    Pacifica
4.    Llanos Orientales
5.    Central
·         Amazonía
·         Caribe e Insular
·         Costa Pacifica
·         Orinoquía.
·         Andina

LENGUAJES

De dónde Venimos?

MATEMATICAS
Identidades Personales y Sociales
Cuentos Regionales
Costa Atlántica:
Tio conejo y la piedra de Cóndor
Pacifica:
 Tio conejo ,Tia ballena y Tio Elefante
Cafetera: Tio conejo  comerciante.

Estadística paramétrica  de los orígenes regionales dela comunidad
 educativa
Música Regional

Cuentos Universales
·         Uno y Siete (Gianni Rodari)
·         Muchas preguntas(Gianni Rodari)
Cuento de Creación colectiva: “Buscando un tesoro en ADZ”


ESTILOS DE APRENDIZAJE
OLER
Oir
Audio Cuentos:
·         Uno y siete. Gianni Rodari
·         Muchas Preguntas. Gianni Rodari
Leer
Discurso del Cacique Guaicaipuro
Escribir/Dibujar
Región Insular //reescribir Cuento de Creación colectiva: “Buscando un tesoro en ADZ”
Relatar
Narrar Cuento de Creación colectiva: “Buscando un tesoro en ADZ”.
III. Aprender haciendo
 Grabar una Radionovela y/o escribir un comic























Discurso del cacique Guaicaipuro Cuauhtémoc ante la Reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (8/FEB/2002)[1]
        
            Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, he venido a encontrar a los que celebran el Encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se la encontraron hace quinientos. Aquí pues nos encontramos todos: sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

            El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me Descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una Deuda contraída por Judas a quienes nunca autoricé a venderme.
            El hermano leguleyo europeo me explica que toda Deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Ya los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pago. También puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que sólo entre el año de 1503 y el de 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. ¿Saqueo? No lo creyera yo, porque es pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? Guárdeme Tonatzin de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del hermano. ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de las Casas, que califican al Encuentro de Destrucción de las Indias, o a ultrosos como el doctor Arturo Uslar Pietri, quienes afirman que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea se debió a esa inundación de metales preciosos. No, esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo contrario, sería presuponer crímenes de guerra, lo cual daría derecho, no sólo a exigir devolución inmediata, sino a indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaicaipuro Cuauhtémoc, prefiero creer en la menos ofensiva de la hipótesis.

Tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un Plan Marshalltzuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización. Por ello, al acercarnos al Quinto Centenario del Empréstito, podemos preguntarnos: ¿han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable, o por lo menos productivo de los recursos tan generosamente adelantados por nuestro Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no.
           
En lo estratégico, lo dilapidaron en batallas de Lepanto, Armadas Invencibles, Terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin más resultado que acabar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal). En lo financiero, han sido incapaces -después de una moratoria de 500 años- tanto de cancelar capital o intereses, como de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo. Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman conforme a la cual una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles -por su propio bien- el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de interés de un 20% y hasta un 30% que los hermanos europeos cobran a los pueblos del Tercer Mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10% anual acumulado durante los últimos trescientos años. Sobre esta base, y aplicando la europea fórmula del interés compuesto, informamos a los Descubridores que sólo nos deben, como primer pago de la Deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y otra de 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a potencia de trescientos. Es decir: un número para cuya expresión total serían necesarias más de trescientas cifras, y que supera ampliamente el peso de la Tierra.
            Muy pesadas son estas moles de oro y de plata. ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar este módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
            Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la inmediata firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y los obligue a cumplirnos sus compromisos mediante una pronta Privatización o Reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera como primer pago de su Deuda histórica.

            Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que le impide cumplir sus compromisos financieros o morales. En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al poeta. Pero no podrán: porque esa bala, es el corazón de Europa.  Guaicaipuro Cuauhtémoc

Uno y siete
Gianni Rodari

He conocido un niño que tenía siete años. Vivía en Roma, se llamaba Paolo y su padre era un tranviario. Pero vivía también en París, se llamaba Jean y su padre trabajaba en una fábrica de automóviles.
Pero vivía también en Berlín, y allá arriba se llamaba Kart y su padre era un profesor de violonchelo.
Pero vivía también en Moscú, se llamaba Yuri, como Gagarin, y su padre era albañil y estudiaba matemáticas. Pero vivía también en Nueva York, se llamaba Jimmy, y su padre tenía una gasolinera.
¿Cuántos he dicho ya? Cinco. Me faltan dos:
Uno se llamaba Ciú, vivía en Shanghái y su padre era un pescador; el último se llamaba Pablo, vivía en Buenos Aires, y su padre era escalador.
Paolo, Jean, Kart, Yuri, Jimmy, Ciú y Pablo eran siete pero siempre el mismo niño que tenía ocho años, sabía ya leer y escribir y andaba en bicicleta sin apoyar las manos en el manillar. Paolo era trigueño, Jean era blanco y Kart, castaño, pero eran el mismo niño. Yuri tenía la piel blanca, Ciú la tenía amarilla, pero eran el mismo niño. Pablo iba al cine en español y Jimmy en inglés, pero eran el mismo niño, y reían en el mismo idioma.
Ahora han crecido los siete, y no podrán hacerse la guerra, porque los siete son una sola persona.
FIN

MUCHAS PREGUNTAS[2]

Gianni Rodari

            Érase una vez un niño que hacía muchas preguntas, lo cual no es un mal, sino un bien. Pero era difícil dar una respuesta a las preguntas de aquel niño.
Por ejemplo, preguntaba:
-¿Por qué los cajones tienen mesas?
La gente le miraba y quizás respondía:
- Los cajones sirven para guardar los cubiertos.
- Ya sé para lo que sirven los cajones, pero no sé por qué los cajones tienen mesas.
La gente meneaba la cabeza y le dejaba en paz. En otra ocasión preguntaba:
-¿Por qué las colas tiene peces?
O bien:
-¿Por  qué los bigotes tienen gatos?
La gente meneaba la cabeza y se marchaba a sus asuntos.
El niño crecía y no cesaba nunca de hacer preguntas. Incluso cuando se convirtió en hombre iba por ahí preguntando esto o aquello. Como nadie le contestaba, se retiró a vivir a una casita en la cima de una montaña, y se pasaba todo el tiempo pensando en las preguntas, que escribía en una libreta; luego reflexionaba para encontrar la respuesta, pero no la encontraba.
por ejemplo, escribía:
"¿Por qué la sombra tiene un pino?"
"Por qué las nubes no escriben cartas?"
"Por qué las tapas no beben cerveza?"
escribía tantas preguntas que acababa doliéndole la cabeza, pero él no se daba cuenta. También le creció la barba, pero no se la cortó. Es más, se preguntaba:"¿Por qué la barba tiene cara?".
En suma, era un fenómeno. Cuando murió, un sabio hizo investigaciones y descubrió que aquel individuo se había acostumbrado ya desde pequeño a ponerse calcetines al revés y no había logrado ponérselos bien siquiera una vez. Y así no había podido aprender nunca a hacer bien las preguntas. A mucha gente le pasa lo que a él.
 FIN




















Jaime de Cristal
 Gianni Rodari

1.      En una lejana ciudad nació en cierta ocasión un niño que
era transparente. Se podía ver a través de sus miembros como se ve a través del aire y del agua.

2.      Era de carne y hueso y parecía de vidrio, y si se caía no se rompía en mil pedazos, sino que, como máximo, se hacía un chichón en la frente.

3.      Se veía latir su corazón y se veían sus pensamientos inquietos como los peces de colores en su pecera.

4.      Una vez el niño dijo una mentira por equivocación, y la gente vio inmediatamente algo como una bolita de fuego a través de su frente; dijo la verdad, y la bolita de fuego desapareció. Durante el resto de su vida no volvió a decir más mentiras.

5.      En otra ocasión, un amigo le confió un secreto y todos vieron inmediatamente algo como una bolita negra que giraba ininterrumpidamente dentro de su pecho, y el secreto dejó de serlo.

6.      El niño creció, se hizo un muchachote, luego hombre, y todos podían leer sus pensamientos, y cuando se le hacía una pregunta adivinaban su respuesta antes de que abriera la boca.

7.      Se llamaba Jaime, pero la gente le llamaba Jaime de Cristal, y lo apreciaban por su lealtad, y a su lado todos se volvían amables.

8.      Desgraciadamente, un día subió al gobierno de aquel país un feroz dictador y comenzó entonces un período de opresiones, de injusticias y de miseria para el pueblo.
9.      El que osaba protestar desaparecía sin dejar huella. El que se rebelaba era fusilado. Los pobres eran perseguidos, humillados y ofendidos de cien maneras. La gente callaba y aguantaba, temerosa de las consecuencias.

10. Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus pensamientos hablaban por él: era transparente y todos leían en su frente sus pensamientos de desdén y de condena a las injusticias y violencias del tirano.

11. Luego, a escondidas, la gente comentaba los pensamientos de Jaime y así renacía en ellos la esperanza.

12. El tirano hizo detener a Jaime de Cristal y ordenó que lo encerraran en la más oscura de las prisiones.

13. Pero entonces sucedió algo extraordinario. Las paredes de la celda en que había sido encerrado Jaime se volvieron transparentes, y luego también las paredes del edificio, y finalmente también los muros exteriores de la prisión.

14. La gente que pasaba cerca de la cárcel veía a Jaime sentado en su taburete, como si la prisión fuese también de cristal, y continuaban leyendo sus pensamientos.

15. Por la noche la prisión esparcía a su alrededor una gran luminosidad y el tirano hacía cerrar todas las cortinas de su palacio para no verla, pero ni así conseguía dormir.

16. Incluso estando encarcelado, Jaime de Cristal era más poderoso que él, porque la verdad es más poderosa que cualquier otra cosa, más luminosa que el día, más terrible que un huracán.
                                                                                       FIN






Los hombres de mantequilla
Gianni Rodari

1.      Juanito Pierdedía, gran viajero y famoso explorador, llegó una vez al país de los hombres de mantequilla. Si les daba el sol se derretían, por lo que tenían que estar siempre a la sombra, y vivían en una ciudad en la que en lugar de casas había frigoríficos.

2.      Juanito se paseaba por las calles y los veía asomados a las ventanillas de sus frigoríficos, con una bolsa de hielo en la cabeza.

3. En el portillo de cada frigorífico había un teléfono para hablar con el inquilino.
- Oiga.
- Diga.
- ¿Con quién hablo?
- Soy el rey de los hombres de mantequilla. Todos de nata de primera calidad. Leche de vaca suiza. ¿Se ha fijado bien en mi frigorífico?
- ¡Caramba, es de oro macizo! ¿Pero no sale nunca de ahí?
- En invierno, cuando hace bastante frío, y en un automóvil de hielo.
- ¿Y si por casualidad sale el sol de improvisto mientras Vuestra Majestad está pasando?
- No puede hacerlo, no está permitido. Lo haría encarcelar por mis soldados.
- ¡Buf!- dijo Juanito. Y se fue a otro país.

FIN








TIO CONEJO Y LA PIEDRA DEL REY CONDOR[1]


Un cuento del Tío Nicolás.
Canción de ambientación
YO ME LLAMO CUMBIA
Autor: Mario Gareña
Ritmo: Cumbia[1]
Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy,
no hay una cadera que se este quieta donde yo estoy,
mi piel es morena como los cueros de mi tambor,
y mis hombros son un par de maracas que besa el sol. (bis)

Tengo en la garganta una fina flauta que Dios me dio,
canuto de millo, olor de tabaco, aguardiente y ron,
tomo mi mochila, enciendo la vela y repica el son,
y enredo en la luna y en las estrellas toda mi voz. (bis)

Como soy la reina, me hace la corte un fino violin,
me enamora un piano, me sigue un saxo y oigo un clarin,
y toda la orquesta forma una fiesta en torno de mi,
y yo soy la cumbia, la hembra coqueta y bailo feliz. (bis)

Yo naci en las bellas playas caribes de mi pais,
soy Barranquillera, Cartagenera, yo soy de ahi,
soy de Santa Marta, soy Monteriana, pero eso si,
yo soy Colombiana, ¡oh! tierra hermosa donde naci. (bis)


Una tarde Tío Zorro estuvo a punto de atrapar a Tío Conejo.
Fue en el pozo, mientras Tío Conejo bebía, tranquilo, sin saber que tío Zorro lo miraba agazapado entre las matas.
De repente, Tío Zorro dio un gran salto para caer justo sobre él, pero Tío Conejo alcanzó a oírlo y escapó.
 Brincando de una mata a otra, logró despistarlo y ya fatigado, se tendió en una gramita húmeda a descansar.

Miraba los helechos y las grandes mariposas azules mientras el corazón se le aquietaba.
 En eso, vio asomarse a Tío Morrocoy.

-  Pero si eres tú, tío Morrocoy. ¡Qué  susto me pegaste!

-  ¿y  de quién escapas hoy, Tío Conejo?
Pregunto tio morrocoy
- Ahorita, de tío Zorro. Ayer, que de Tío tigre;
antier, de tío León y la semana pasada de Tío Gavilán. ¿Qué  te parece oye?
-  Resígnate. Tío Conejo. Esa es la suerte de nosotros, los pequeños
-  Ah, sí, para usted es fácil decirlo con ese tremendo carapacho que carga.
Nadie se atreve a meterle el diente.
Ni tampoco al armadillo[1] ni al puercoespín.
Todos tienen con qué defenderse:
Tío Venado y Tío Toro tienen sus cachos y las aves tienen sus alas.
Y, míreme a mí, yo no tengo nada.

- ¿Y tus veloces piernas, Tío Conejo?
¿No crees que son tus mejores armas?

- Es verdad. Pero no me bastan mis piernas. Yo quisiera algo más.
¡Cómo me gustaría pelear con los animales más feroces y ganarles siempre!

- Para eso necesitarías la piedra del Cóndor, Tío Conejo.
Los animales de la selva dicen que es el mayor amuleto contra el peligro y
 que da poderes mágicos a quien la posee.
 Pero es muy difícil conseguirla. Sólo se encuentra en el nido del Rey Cóndor.

Desde ese día Tío Conejo sólo pensó en la piedra del rey de los Cóndores.
¡Qué chevere sería ser invencible y poderoso!.  ¡Qué chevere !.

 Una mañana, Tío Conejo vio volando muy alto en el cielo a un gran  pájaro de amplias alas y colores blanco y negro. ¡Era el Rey de los Cóndores!. 
Volaba sin esfuerzo hacía las montañas azules de la sierra nevada [1] que se veían en el horizonte.
 “¡Seguro que allí está su nido!”,
pensó Tío Conejo y corrió veloz, siguiéndolo. 
Corrió mucho, mucho, hasta que llegó, jadeando, al pie de las empinadas montañas.

Desde allí vio cómo el Rey Cóndor se remontaba aún más para desaparecerse por una grieta del picacho más alto, allá, casi entre las nubes. Tío Conejo tomó aliento y comenzó a trepar. Por fin llegó junto al nido y sin pararse a descansar le contó al  Rey Cóndor por qué quería la piedra mágica.

- La piedra está aquí, en mi nido, pero no puedo dártela ahora.
Primero tienes que cumplir cuatro pruebas.
Tío Conejo estaba feliz

- Mande usted, Tío Rey Cóndor. Yo haré lo que me diga.

- Pon atención. Te entregaré la piedra cuando me hayas traído lo siguiente:
 un colmillo de caimán[1],
una culebra[1] sabanera,
un pelo de las barbas del puma
y algunas lágrimas de tigre.

Tío Conejo bajó de la montaña y esa noche durmió contento. A la mañana siguiente cogió su cuatro y un garrote y se fue a la orilla del río. Allí se puso a cantar: (Coplas con la música de "Se va el caimán")
//Un colmillo de caimán
busco de cualquier manera //
//y también una culebra
Caimán, nombre común de tres tipos de reptiles del orden de los cocodrilos. Son muy similares al aligátor, excepto por las escamas óseas que tienen en la zona ventral. Todos viven en los trópicos americanos. El más grande es el caimán negro de los ríos Orinoco y Amazonas, cuya longitud puede superar los 4,5 m; está en peligro de extinción. El más pequeño, con cerca de 1,5 m de longitud es el caimán almizclado, que tiene la piel fuertemente osificada. Una de las especies más numerosas es el caimán de anteojos, así llamado debido al saliente que tiene entre los ojos, que recuerda vagamente a unos anteojos.
que  llaman la sabanera//.

//Busco lágrimas de tigre
y aunque haya complicación//
//yo conseguiré un pelito
de las barbas de Tío puma.//

Tío Sapo[1] dormitaba entre los juncos de la orilla y al escuchar la guitarra y la canción
se despabiló. Dando salticos se acercó a Tío Conejo para hacer la segunda voz.

Juntos cantaron y bailaron y luego Tío Sapo cogió el acordeón  para tocar otras coplas
i
//Tia culebra sabanera tan fregada y tan mañosa//
//va a caer bien redondita
por confiada y por bocona//
ii
//Tio tigre se cree muy macho
A todos les mete miedo//
//Pero con este conejo
va a llorar hasta bien viejo//
iii
//Tío puma que es tan pulido
tan gomelo y tan pintoso//
//va a quedar muy sorprendido
cuando se vea canoso//

iii
//Ya va a ver ese caimán
que se dice inteligente//
//que antes de la madrugada
de un golpe le arranco un diente//
Apenas con la punta del hocico asomada sobre la superficie del río, Tío Caimán dormía.
El ruido que hacían los músicos le hizo despertar de mal humor.
Lentamente se fue acercando a los cantores.
Tío Conejo lo miraba con un ojo.
Tío Caimán avanzaba.
Traía la inmensa boca abierta.
Cuando calculó que lo tenía a buena distancia.
Tío Conejo le dio un solo golpe con el garrote.
Un enorme colmillo saltó por el aire.
Tío Conejo lo cogió al vuelo y con tres brincos se alejó.

Al otro día, Tío Conejo preparó un tapón bien ajustado para su calabazo encabullado
y salió a buscar a la culebra sabanera.
a encontró tomando sol junto a unos bejucos.

- Hola, Tía Culebra.
Justamente de usted estaban hablando unos animales
, allí cerca de la laguna.

- ¿Y qué decían?
–dijo la culebra desenrollándose.

- Pues... no eran cosas muy buenas.

- ¿Cómo va a ser?
 –silbó la sabanera-.
 Dime qué decían esos chismosos
–y miró a Tío Conejo con sus ojos amarillos.
Tío Conejo volteó para no verla:

- Pues... decían que usted no es capaz de deslizarse por una grieta pequeña ni pasar por un agujero estrecho.
Que usted no es siquiera capaz de meterse en una jarra  de boca ancha.

- ¿Eso decían? Animales estúpidos.
Dame acá tu calabazo y ve tú mismo, tío Conejo.

Y en segundo la culebra sabanera se metió en el calabazo encabullado.
De un salto, Tío Conejo le ajustó el tapón y cargó con calabazo y culebra.

De regreso a su casa se topó con Tío Puma .
Se le veía contento, con la barriga llena,
y Tío Conejo se atrevió a saludarlo:

- Hola, Tío Puma. Qué bien se le ve.

El Puma  sonrió satisfecho y a Tío Conejo se le ocurrió una idea. Se acercó y se le quedó mirando fijamente:

- No puede ser
No puede ser que usted tenga en su barba un pelo gris como los de Tío Burro.
¡Qué mal se ve todo un puma  con un pelo de burro!

Tío Puma  gruño:

- ¿Y que esperas, Tío Conejo?
Arráncamelo de una vez.

Y Tío Conejo hizo enseguida lo que Tío Puma[1]  le ordenaba.
Esa tarde en su casa, Tío Conejo exprimió el jugo de varios limones en una calabacito.   

//Ahora ya a tengo el colmillo,
la culebra y el pelito//
 //Pero todavia  me faltan  las lágrimas de Tío Tigrito//
canturreaba.
Muy temprano al día siguiente se fue camino de la casa de Tío Tigre.
Cerca de allí se encaramó a un samán y se puso a esperar.
Al rato, pasó Tío Tigre todavía soñoliento pero con mucha hambre.
Tío Conejo habló desde el árbol:

- ¡Qué sabroso está este pastel!
¿No quiere compartir mi desayuno, Tío Tigre?

- ¿Compartir? Nada de eso.
 pastel y conejo serán mi desayuno
 –rugió Tío Tigre y se trepó al samán.

- Por aquí
–gritó Tío Conejo desde arriba.

Tío Tigre miró las ramas altas del samán y en ese mismo instante, Tío Conejo le lanzó a los ojos el jugo de limón.

Tío Tigre rugió y lloró. Por su nariz rodaron unas enormes lagrimotas.
Tío Conejo tuvo tiempo de ir a lavar el calabacito  al río y  recoger de regreso diez lágrimas de tigre.
 
Al día siguiente se presentó en el nido del Rey Cóndor.

- Aquí están los cuatro encargos que me hizo.

El rey Cóndor examinó con cuidado el colmillo de caimán,
 la culebra sabanera,
el pelito del Puma
y las lágrimas del tigre.
Y se quedó pensativo.

- Ahora me puede dar la piedra del Cóndor.
-dijo Tío Conejo orgulloso.

- Sí, ahora puedo dártela

–dijo el Rey Cóndor y con el pico le alargó una piedra redonda y blanca.

Tío Conejo la tocó.
Era lisa y fría y parecía brillar con la luz. Tío Conejo estaba feliz.

- Pero hay algo que tengo que decirte, Tío Conejo
–graznó el Rey Cóndor-.
 Esa es una piedra de estas montañas
que mis hijos y yo hemos alisado afilando en ella nuestros picos.
Es una piedra cualquiera.
No es una piedra mágica ni puede darte ningún poder.

Tío conejo no podía creerlo. Se veía tan blanca y pulida. Tenía que haber un poder oculto en ese trozo de roca

- El poder no está en la piedra
–continuó el Rey Cóndor
- sino en ti mismo.
Guárdala para que recuerdes que sin ella lograste cuatro cosas casi imposibles.

Tío Conejo bajó sin prisa de la montaña. Guardó la piedra del Cóndor y cada vez que lo persigue Tío Tigre, toca su amuleto y se acuerda de sus cuatro hazañas.
 Entonces el mundo le parece más luminoso y sus piernas más veloces.


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[1] El texto es una obra de ficción, pero su contenido es tan aceradamente cierto, la crítica a los europeos tan absolutamente justificada y la redacción tan ingeniosa, que merece ser leído y difundido.El cacique Guaicaipuro existió hace poco menos de quinientos años, aunque su nombre real no incluía el ahora añadido Cuatemoc. El autor del relato es Luis Britto García, que lo publicó el 6 de octubre de 2003, con motivo del Día de la Resistencia indígena (12 de 0ctubre), bajo el título de "Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa".
El autor: Luis Britto García (Caracas, 1940). Escritor venezolano. Su obra de ficción, formalmente experimental, elabora una crítica de la situación política y social de su país (Rajatabla, 1970; Abrapalabra, 1980; La orgía imaginaria, 1983). También se ha dedicado al ensayo, entre cuyos títulos cabe citar El imperio contracultural: del rock a la posmodernidad (1991). Premio Casa de las Américas en 1970 y premio nacional de literatura en 1980.
http://www.pepe-rodriguez.com/Ecologia_Consumo/Deuda_externa_indigena.htm

[2] http://quetendralaprincesa.blogspot.com.co/2012/05/cuentos-por-telefono.html