1.
Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los niños se atrevan a
defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las letras.
2.
No tienen una base científica sino emocional –(o sentimental, si se quiere), y
se fundan en una premisa improbable: si a un niño se le pone frente a una serie
de juguetes-diversos, terminará por quedarse con uno que, le guste más.
3.
Creo que esa preferencia no es casual, sino que revela en el niño una vocación
y una aptitud que tal vez pasarían inadvertidas para sus padres despistados y
sus fatigados maestros.
4.
Creo que ambas le vienen de nacimiento, y sería importante identificarlas a
tiempo y tomarlas en cuenta para ayudarlo a elegir su profesión.
5.
Más aún: creo que algunos niños a una cierta edad, y en ciertas condiciones,
tienen facultades congénitas que les permiten ver más allá de la realidad
admitida por los adultos.
6. Podrían ser residuos de algún poder
adivinatorio que el género humano agotó en etapas anteriores, o manifestaciones
extraordinarias de la intuición casi clarividente de los artistas durante la
soledad del crecimiento, y que desaparecen, como la glándula del timo, cuando
ya no son necesarias.
7. Creo que se nace escritor, pintor o músico. Se nace con la vocación y en
muchos casos con las condiciones físicas para la danza y el teatro, y con un
talento propicio para el periodismo escrito, entendido como un género
literario, y para el cine, entendido como una síntesis de la ficción y la
plástica.
8.
En ese sentido soy un platónico:
aprender es recordar. Esto quiere decir que cuando un niño llega a la escuela
primaria puede ir ya predispuesto por la naturaleza para alguno de esos
oficios, aunque todavía no lo sepa. Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino
puede ser mejor sí alguien lo ayuda a descubrirlo.
9.
No para forzarlo en ningún sentido, sino
para crearle condiciones favorables y alentarlo a gozar sin temores de su
juguete preferido.
10.
Creo, con una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y
sólo eso, es la fórmula magistral para una vida larga y feliz.
11.
Para sustentar esa alegre suposición no tengo más fundamento que la experiencia
difícil y empecinada de haber aprendido el oficio de escritor contra un medio
adverso, y no sólo al margen de la educación formal sino contra ella, pero a
partir de dos condiciones sin alternativas: una aptitud bien definida y una
vocación abrasadora.
12.
Nada me complacería más si esa aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad
no sólo para el aprendizaje de este oficio de las letras, sino para el de todos
los oficios de las artes.
La vocación sin don y el don sin vocación
13.
Georges Bernanos, escritor católico francés, dijo: "Toda vocación es un
llamado". El Diccionario de Autoridades, que fue el primero de la Real
Academia en 1726, la definió como "la inspiración con que Dios llama a
algún estado de perfección". Era, desde luego, una generalización a partir
de las vocaciones religiosas.
14.
La aptitud, según el mismo diccionario, es "la habilidad y facilidad y
modo para hacer alguna cosa". Dos siglos y medio después, el Diccionario
de la Real Academia conserva estas definiciones con retoques mínimos.
15.
Lo que no dice es que una vocación inequívoca y asumida a fondo llega a ser
insaciable y eterna, y resistente a toda fuerza contraria: la única disposición
del espíritu capaz de derrotar al amor.
16. Las aptitudes vienen a menudo acompañadas de sus atributos físicos. Si se
les canta la misma nota musical a varios niños, unos la repetirán exacta, otros
no. Los maestros de música dicen que los primeros tienen lo que se llama el
oído primario, importante para ser músicos.
17.
Antonio Sarasate,
a los cuatro años, dio con su violín de juguete una nota que su padre, gran
virtuoso, no lograba dar con el suyo. Siempre existirá el riesgo, sin embargo,
de que los adultos destruyan tales virtudes porque o les parecen primordiales,
y terminen por encasillar a sus hijos en la realidad amurallada en que los
padres los encasillaron a ellos. El rigor de muchos padres con los hijos
artistas suele ser el mismo con que tratan a los hijos homosexuales.
18.
Las aptitudes y las vocaciones no siempre vienen juntas. De ahí el desastre de
cantantes de voces sublimes que no llegan a ninguna parte por falta de juicio,
o de pintores que sacrifican toda una vida a una profesión errada, o de
escritores prolíficos que no tienen nada que decir. Sólo cuando las dos se
juntan hay posibilidades de que algo suceda, pero no por arte de magia: todavía
falta la disciplina, el estudio, la técnica, y un poder de superación para toda
la vida.
19. Para los narradores hay una prueba que no falla. Si se le pide a un grupo
de personas de cualquier edad que cuenten una película, los resultados serán
reveladores. Unos darán sus impresiones emocionales, políticas, o filosóficas,
pero no sabrán contar la historia completa y en orden.
20.
Otros contarán el argumento, tan detallado como recuerden, con la seguridad de
que será suficiente para transmitir la emoción del original.
21.
Los primeros podrán tener un porvenir
brillante en cualquier materia, divina o humana, pero no serán narradores.
22.
A los segundos les falta todavía mucho para serlo (base cultural, técnica,
estilo propio, rigor mental) pero pueden llegar a serlo.
23.
Es decir: hay quienes saben contar un cuento desde que empiezan a hablar, y hay
quienes no sabrán nunca. En los niños es una prueba que merece tomarse en
serio.
Las ventajas de no obedecer a los padres
24.
La encuesta adelantada para estas reflexiones han
demostrado que en Colombia no existen sistemas establecidos de captación precoz
de aptitudes y vocaciones tempranas, como punto de partida para una carrera
artística desde la cuna hasta la tumba.
25.
Los padres no están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas
a tiempo, y en cambio sí lo están para contrariarlas. Los menos drásticos les
proponen a los hijos estudiar una carrera segura, y conservar el arte para
entretenerse en las horas libres.
26.
Por fortuna para la humanidad, los niños
les hacen poco caso a los padres en materia grave, y menos en lo que tiene que
ver con el futuro. Por eso los que tienen vocaciones escondidas asumen
actitudes engañosas para salirse con la suya.
27.
Hay los que no rinden en la escuela porque no les gusta lo que estudian, y sin
embargo podrían descollar en lo
que les gusta si alguien, los ayudara. Pero también puede darse que obtengan
buenas calificaciones, no porque les guste la escuela, sino para que sus padres
y sus maestros no los obliguen a abandonar el juguete favorito que llevan
escondido en el corazón.
28.
También es cierto el drama de los que
tienen que sentarse en el piano durante los recreos, sin aptitudes ni vocación,
sólo por imposición de sus padres. Un buen maestro de música, escandalizado con
la impiedad del método, dijo que el piano hay que tenerlo en la casa, pero no
para que los niños lo estudien a la fuerza, sino para que jueguen con él.
29.
Los padres quisiéramos siempre que nuestros hijos fueran mejores que nosotros,
aunque no siempre sabemos cómo. Ni los hijos de familias de artistas están a salvo
de esa incertidumbre. En unos casos, porque los padres quieren que sean
artistas como ellos, y los niños tienen una vocación distinta.
30.
En otros, porque a los padres les fue
mal en las artes, y quieren preservar de una suerte igual aun a los hijos cuya vocación
indudable son las artes.
31.
No es menor el riesgo de los niños de familias ajenas a las artes, cuyos padres
quisieran empezar una estirpe que sea lo que ellos no pudieron. En el extremo
opuesto no faltan los niños contrariados que aprenden el instrumento a
escondidas, y cuando los padres los descubren ya son estrellas de una orquesta
de autodidactas.
32. Maestros y alumnos concuerdan contra los métodos académicos, pero no tienen
un criterio común sobre cuál puede ser mejor.
33.
La mayoría rechazaron los métodos
vigentes, por su carácter rígido y su escasa atención a la creatividad, y
prefieren ser empíricos e independientes.
34.
Otros consideran que su destino no dependió tanto de lo que aprendieron en la
escuela como de la astucia y la tozudez con que
burlaron los obstáculos de padres y maestros. En general, la lucha por la
supervivencia y la falta de estímulos han forzado a la mayoría a hacerse solos
y a la brava.
35.
Los criterios sobre la disciplina son divergentes. Unos no admiten sino la
completa libertad, y otros tratan incluso de sacralizar el empirismo
absoluto.
36.
Quienes hablan de la no disciplina reconocen su utilidad, pero piensan que nace
espontánea como fruto de una necesidad interna, y por tanto no hay que
forzarla. Otros echan de menos la formación humanística y los
fundamentos teóricos de su arte.
37.
Otros dicen que sobra la teoría. La
mayoría, al cabo de años de esfuerzos, se sublevan contra el desprestigio y las
penurias de los artistas en una sociedad que niega el carácter profesional de
las artes.
38.
No obstante, las voces más duras de la encuesta fueron contra la escuela, como un espacio
donde la pobreza de espíritu corta las alas, y es un escollo para
aprender cualquier cosa. Y en especial para las artes.
39.
Piensan que ha habido un despilfarro de talentos por la repetición infinita y
sin alteraciones de 1os dogmas
académicos, mientras que los mejor dotados sólo pudieron ser grandes y
creadores cuando no tuvieron que volver a las aulas.
40.
"Se educa de espaldas al
arte", han dicho al unísono
maestros y alumnos. A estos les complace sentir que se hicieron solos. Los
maestros lo resienten, pero admiten que también ellos lo dirían. Tal vez lo más
justo sea decir que todos tienen razón. Pues tanto los maestros como los
alumnos, y en última instancia la sociedad entera, son víctimas de un sistema
de enseñanza que está muy lejos de la realidad del país.
41.
De modo que antes de pensar en la enseñanza artística, hay que definir lo más
pronto posible una política cultural que no hemos tenido nunca. Que obedezca a
una concepción moderna de lo que es la cultura, para qué sirve, cuánto cuesta,
para quién es, y que se tome en cuenta que la educación artística no es un fin en sí
misma, sino un medio para la preservación y
fomento de las culturas regionales, cuya circulación natural es de la periferia hacia
el centro y de abajo hacia arriba.
42.
No es lo mismo la enseñanza artística que la educación artística. Esta es una
función social, y así como se enseñan las matemáticas o las ciencias, debe
enseñarse desde la escuela primaria el aprecio y el goce de las artes y las
letras.
43.
La enseñanza artística, en cambio, es
una carrera especializada para estudiantes con aptitudes y vocaciones
específicas, cuyo objetivo es formar artistas y maestros como profesionales del
arte.
44.
No hay que esperar a que las vocaciones lleguen: hay que salir a buscarlas.
Están en todas partes, más puras cuanto más olvidadas. Son ellas las que
sustentan la vida eterna de la música callejera, la pintura primitiva de brocha
y sapolín
en los palacios municipales, la poesía en carne viva de las cantinas, el
torrente incontenible de la cultura popular que es el padre y la madre de todas
las artes.
¿Con
qué se comen las letras?
45.
Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como un país de letrados. Tal
vez a eso se deba que los programas del bachillerato hagan más énfasis en la
literatura que en las otras artes.
46.
Pero aparte de la memorización cronológica de autores y de obras, a los alumnos
no les cultivan el hábito de la lectura, sino que los obligan a leer y a hacer
sinopsis escritas de los libros programados.
47.
Por todas partes me encuentro con
profesionales escaldados por los
libros que les obligaron a leer en el colegio con el mismo placer con que se
tomaban el aceite de ricino.
48.
Para las sinopsis, por
desgracia, no tuvieron problemas, porque en los periódicos encontraron anuncios
como este: "Cambio sinopsis de El Quijote por sinopsis de La Odisea”. Así
es: en Colombia hay un mercado tan próspero y un tráfico tan intenso de
resúmenes fotostáticos, que
los escritores haríamos mejor negocio, no escribiendo los libros originales sino
escribiendo de una vez las sinopsis para bachilleres.
49.
Es este método de enseñanza, (y no tanto la televisión y los malos libros), lo
que está acabando con el hábito de lectura.
50.
Estoy de acuerdo en que un buen curso de literatura sólo puede ser una guía
para lectores. Pero es imposible que los niños lean una novela, escriban la
sinopsis y preparen una exposición reflexiva para el martes siguiente.
51.
Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro
hasta donde pueda y hasta donde le guste (que es la única condición para leer
un libro) pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la
fuerza en sus horas de juego y con la angustia de las otras tareas.
52.
Haría falta (como falta todavía para todas las artes) una franja especial en el
bachillerato con clases de literatura que sólo pretendan ser guías inteligentes
de lectura y reflexión para formar buenos lectores.
53.
Porque formar escritores es otro cantar.
Nadie enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la
vocación alertas. La experiencia de trabajo, es
lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a los aprendices si éstos
tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien puede saber más que
ellos. }
54.
Para eso no haría falta una universidad, sino talleres prácticos y
participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la
carpintería del oficio: como sé les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron
sus personajes, cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de
estilo, de tono, que es lo único concreto que a veces puede sacarse en limpio
del gran misterio de la creación.
55.
El mismo sistema de talleres está ya
probado para algunos géneros del periodismo, el cine y la televisión, y en
particular para reportajes y guiones. Y sin exámenes ni diplomas ni nada. Que
la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de todos modos ocurre.
GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ (Macondo 1927-Mexico 2014)
GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ (Macondo 1927-Mexico 2014)